lunes, 14 de septiembre de 2020

EL PROBLEMA DE LA TIERRA EN VIRTUD DE LAS REFORMAS NEOLIBERALES Y DE LA GLOBALIZACIÓN - 10°


Actividad No. 2 EL PROBLEMA DE LA TIERRA EN VIRTUD DE LAS REFORMAS NEOLIBERALES Y DE LA GLOBALIZACIÓN

Cuestionario

1.      Explica algunos efectos de la llegada del neoliberalismo y de la globalización en el campo

2.      ¿Por qué en Colombia el problema de redistribución de la tierra y de la reforma agraria en nunca ha podido ser resuelta? Proponga alternativas de solución (Ver video, comentar en el blog)

3.      ¿Por qué la apertura económica, las privatizaciones y la reforma del Estado a profundizado las desigualdades sociales?

Una segunda respuesta sobre cómo la globalización y el neoliberalismo, con el subsecuente cambio en el modelo productivo y de desarrollo del país, pudieron haber redinamizado al conflicto armado interno en Colombia, puede sustraerse de una manera más indirecta que causal.

Si bien no es posible verificar de manera causal si la llegada del neoliberalismo y de la globalización, con el consecuente agravamiento de las condiciones estructurales que ya existían previamente en el campo, condujeron a un crecimiento de los grupos armados y por esta vía a la prolongación y profundización del conflicto, sí podría inferirse, al menos de manera analítica, que las dificultades sociales y económicas, exacerbadas por los efectos del nuevo modelo económico de apertura, propiciaron un contexto en el cual las condiciones de pobreza y desempleo en los territorios rurales pudieron constituirse en motivaciones suficientes para que la mano de obra campesina flotante optara por integrarse a las filas de combatientes de los actores armados o por ser parte de los sistemas productivos de carácter ilegal.

En primer lugar, la dinámica del conflicto armado, que históricamente y aún hoy es representativa del escenario rural, podía estar mayormente relacionada con las condiciones estructurales y el grave desequilibrio que ha presentado el país entre las ciudades y el campo. Lo anterior implica recordar que el problema de la redistribución de la tierra y de la reforma agraria en Colombia nunca ha podido ser resuelta, al punto en que el coeficiente de Gini de concentración de la tierra se ha mantenido de manera alarmante en alrededor del 0.75 para todo el territorio nacional.


Concentración de tierras - Programa La Llave

En segundo lugar, si observamos el panorama histórico de las zonas rurales del país, podemos encontrar que las actividades socioeconómicas en el campo han sufrido un declive importante desde la llegada de la apertura económica. A principios de los años setenta, casi la mitad de la población vivía en el campo, la agricultura representaba algo más de 20% del PIB total, las exportaciones de origen agropecuario constituían 75% de las exportaciones del país, y un solo producto agrícola, el café, desempeñaba un papel determinante en el comportamiento macroeconómico de la nación.  En las siguientes décadas, como resultado del acelerado y traumático proceso de transformación del sector productivo del país, la agricultura comenzó a presentar un descenso sin precedentes, al punto en que hacia el año 2009 la actividad agropecuaria representaba tan sólo 10% del PIB total del país. El grafico No. 3 a continuación nos puede dar una idea más amplia de esta evolución,


Se podría inferir de lo anterior, que así como el mantenimiento de un estricto compromiso con la apertura económica, las privatizaciones y la reforma del Estado, prolongaron y profundizaron las disparidades socioeconómicas entre los distintos grupos sociales al interior del país, dichas reformas profundizaron también las disparidades entre las unidades territoriales, a saber, la ciudad y el campo. Este desequilibrio se masificó claramente con la desagrarización y el empobrecimiento de las zonas rurales productivas, a tal punto que, según comenta Robledo, la entrada masiva de toda clase de productos importados devastó a la agricultura colombiana, haciendo que entre 1992 y 1999 los cultivos transitorios disminuyeran en 800 mil hectáreas y que la participación del agro en el Producto Interno Bruto se redujera en casi cuatro puntos.

Si a esto se suma que el cambio de orientación del sector productivo hacia la minería y otros recursos naturales rentables para la economía global han privilegiado un modelo de producción que se caracteriza por ser intensivo en extracción y en adaptación tecnológica pero limitado en el uso de mano de obra, se puede inferir que la situación económica, las condiciones de desempleo y la ausencia de beneficios sociales en el campo disminuyeron de manera efectiva la capacidad de sus pobladores para sostenerse dentro de los límites de la economía legal.

En este sentido, en Colombia se puede observar claramente que, tanto en términos espaciales como temporales, vienen a coincidir en la década de los noventa la situación del estancamiento del empleo en el campo, el exceso de oferta de mano de obra rural y el declive de los cultivos agrícolas tradicionales, con el crecimiento de los grupos armados y de los cultivos ilícitos en el país. Como argumenta Alejandro Reyes Posada, La expansión de cultivos de coca y amapola coincidió con un largo periodo de abandono de las economías campesinas y de la quiebra de muchos productores por la apertura de las importaciones subsidiadas del resto del mundo, sumada a la revaluación de la moneda y a la crisis de precios del café, desde comienzos de los noventa.

Se puede concluir entonces a partir de la discusión anterior, que a pesar de las dificultades para establecer una relación causal entre la crisis producida en el campo colombiano como resultado de la apertura neoliberal y el crecimiento de la economía ilícita de los actores armados, al menos analíticamente se puede establecer una correlación lógica que continúa vinculando la situación estructural de las zonas rurales con la prolongación del conflicto como parte de sus condiciones objetivas.

La hipótesis sobre el papel que ha desempeñado una mano de obra flotante y empobrecida de campesinos y pobladores rurales, como base social de los grupos armados y como mano de obra disponible para la economía de la droga no debe ser, por tanto, descartada, pues si bien no puede considerarse como la única razón de la agudización del conflicto en los últimos años, sí se constituye en una más de las condiciones que el contexto de la globalización ha contribuido a profundizar.

 

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