ACTIVIDAD No. 5 Las revoluciones liberales
Cuestionario
Completa el siguiente cuadro sobre las tendencias políticas que se opusieron a la restauración monárquica
Tendencia | Liberal democrática | Radical democrática | Socialista |
Inspirada en |
|
| Jacobinismo extremo |
Conformada por | Alta burguesía
|
|
|
Modelo político |
| República
|
|
Tipo de sufragio |
|
| Universal masculino
|
- Plantea
el contexto histórico político de la Revoluciones liberales
- ¿Cuáles son las ideas del
liberalismo y el nacionalismo
- ¿Cómo se clasifican las
revoluciones y su inspiración política en el siglo XIX?
- Dentro del ciclo revolucionario:
¿en qué consistió la primavera de los pueblos?
- de acuerdo con el video: plantea la relación entre las ideas de Karl Marx y la primavera de los pueblos? expresa tu opinión sobre la vigencia de las ideas de Marx.
Las medidas restauradoras fueron
inútiles para frenar los cambios políticos, económicos y sociales surgidos de
las revoluciones francesas e industrial. Además, los diferentes sectores no
estaban dispuestos a renunciar a sus derechos políticos, por lo que se
agruparon en tres grandes tendencias:
·
La
liberal demócrata. Inspirada en la Revolución francesa de 1789 y 1791,
representaba los intereses de la alta burguesía. Buscaba el establecimiento de
una monarquía constitucional con voto censitario.
·
La
radical democrática. Fundamentada en la Revolución francesa de 1792,
representaba los intereses de la pequeña burguesía, los intelectuales y los
dueños de fábricas y talleres. Su modelo político era la república con sufragio
universal masculino.
·
La
socialista. Inspirada en el jacobinismo extremo, representaba los
intereses de la naciente clase obrera. Su modelo político era la república con
sufragio universal masculino.
Estas tendencias y actores
políticos, tendrían gran protagonismo en las revoluciones liberales de la
segunda mitad del siglo XIX: la de 1830 y la de 1848.
La revolución de 1830
El ciclo revolucionario de 1830
inició en Francia, cuando el rey Carlos
X, que había sucedido a su hermano Luis
XVIII, optó por la restauración de la monarquía absolutista. Para ello,
expidió una serie de leyes que abarcaban la disolución de la Cámara baja, el
cambio del sistema de sufragio, que excluía a la burguesía y la supresión de la
libertad de prensa. Entre el 26 y 29 de julio de 1830, los estudiantes, obreros
y otros sectores populares levantaron barricadas en las calles de París y se
enfrentaron al ejército. El 29 de julio, Carlos X abdicó al trono y fue
sucedido por Luis Felipe de Orleans. El nuevo rey, con el apoyo de la alta
burguesía, excluyó de todas las decisiones políticas a los sectores populares
que luchaban en las calles. El nuevo gobierno estableció una monarquía parlamentaria, en la cual los miembros de la alta
burguesía obtuvieron los puestos estatales de la nobleza, además de grandes
prerrogativas que les permitió incrementar sus riquezas. Mientras tanto, los
sectores populares fueron reprimidos cada vez que se quejaron de sus malas
condiciones de vida.
La expansión de la revolución por Europa
La revolución de julio de 1830 se
extendió por varios lugares de Europa, como Bélgica, los principados alemanes,
Polonia e Italia.
■ Bélgica.
En agosto de 1830, estalló en Bruselas un movimiento nacionalista que exigía la independencia de Bélgica
de Holanda. Respaldado por Inglaterra y Francia, el movimiento estableció una
monarquía constitucional dirigida por el príncipe Leopoldo de Sajonia-Coburgo y
elaboró una constitución caracterizada por su liberalismo moderado.
■ Principados alemanes. La revolución ocasionó el derrocamiento de varios reyes en los principados
de Alemania Central, al tiempo que se instauraron en ellos constituciones
liberales con división de poderes.
■ Polonia. En noviembre de 1830, los oficiales del ejército y nacionalistas polacos se sublevaron contra el
poder de los rusos. Si embargo, este movimiento fracasó por la falta de la
ayuda esperada de potencias como Francia y fue reprimido por los rusos.
■ Italia. Levantamientos de tipo liberal se llevaron a cabo en
Parma, Módena y Romaña, pero fueron oprimidos por las tropas austriacas. La
revolución de 1830 dividió a Europa en dos bandos: un sector de gobiernos
liberales, compuesto por Francia, Inglaterra y Bélgica; y un sector autoritario
y reaccionario, conformado por Austria, Prusia y Rusia. Además, la revolución
retomó un concepto que estaría presente en todo el siglo XIX: el Nacionalismo.
El Nacionalismo
Este concepto es complejo, pero se
podría definir como la ideología que atribuye una identidad propia a un
territorio y a sus pobladores. Este término, que surgió de la Revolución
francesa de 1792, se basa en el principio de “frontera natural” de la nación,
que es el espacio donde debía ser ejercida la “soberanía del pueblo”. Para
1830, la conciencia nacional renació entre los pueblos ocupados por potencias
europeas, enfrentándolas con poco éxito. El Nacionalismo tuvo dos tendencias:
■ Acción revolucionaria internacional. Se
fundamentaba en la construcción de
una gran hermandad internacional con la contribución de todas las naciones. Su principal exponente fue
Giuseppe Mazzini, que lideró entre 1830 y 1840 los movimientos nacionalistas de
la Joven Italia y la Joven Europa.
■ Nacionalismo antiliberal.
Se caracterizaba por dar importancia a aspectos como los límites históricos,
las tradiciones folklóricas,
lingüísticas, políticas y religiosas. Esta fue la base del nacionalismo
alemán, cuyos cimientos se atribuyen a Johann Gottfried von Herder y a Johann
Gottlieb Fichte.
La revolución de 1848
El descontento que surgió por
parte de los sectores excluidos, después de la revolución de 1830, creó las
condiciones para un nuevo ciclo revolucionario en el primer semestre de 1848.
Los levantamientos propiciaron importantes cambios democráticos como la
organización política del proletariado y la generalización del derecho al voto.
Causas de la revolución
Estas se pueden agrupar en
políticas y sociales
■ Políticas.
La revolución de 1830 había dejado un liberalismo moderado, en el que la
participación de amplias capas sociales era inexistente y se reservaba solo a
la alta burguesía y la antigua aristocracia. Por ello, la pequeña burguesía y
los sectores populares exigieron ser tenidos en cuenta. Además, pidieron la
abolición del sufragio censatario para que fuera remplazado por el sufragio
universal. Finalmente, proclamaron el establecimiento de la República, acorde a
sus pretensiones democráticas.
■ Sociales. Las reivindicaciones sociales eran muy
diferentes en ambos sectores de Europa. En Europa oriental y central, donde el
sistema de explotación feudal continuaba vigente, los grupos revolucionarios
pedían su abolición. Mientras que en Europa Occidental, que era más
industrializada y con una creciente masa de trabajadores, se exigían mejoras
sociales y protección estatal.
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Francia y la Revolución Para 1848, la oleada
revolucionaria comenzó nuevamente en Francia. La pequeña burguesía, las
clases populares, los republicanos y los nacientes socialistas se unieron
para exigir la ampliación del sufragio universal y mayores libertades
políticas. El 23 de febrero, la negativa del gobierno de permitir la
celebración de un banquete entre los miembros de la oposición, desató
enfrentamientos callejeros con el ejército del rey. Ante la presión popular,
Luis Felipe abdicó al trono y fue remplazado por un gobierno transitorio. En
abril, se dio inicio a la Segunda
República y se presentó una división entre dos bandos políticos: el
primero, conformado por toda la burguesía y los conservadores, que tenían temor de las masas obreras y querían
mantener sus privilegios; y el segundo, conformado por obreros y socialistas,
que se oponían a las aspiraciones de los primeros. Finalmente, fue elegido
presidente el candidato conservador Luis
Napoleón Bonaparte, sobrino de Napoleón Bonaparte, y se acallaron las
reivindicaciones de los obreros. |
La Revolución de 1848 en Europa o la “Primavera de los pueblos”
MARX: El MANIFIESTO COMUNISTA y las REVOLUCIONES de 1848
Desde Francia, la revolución se
expandió por algunos Estados europeos, afectando principalmente al Imperio
austriaco, a la Confederación alemana e Italia.
■ Imperio austriaco. Como Austria era un imperio que agrupaba a
diferentes pueblos y culturas, las ambiciones nacionalistas de estos
constituían un peligro similar a las exigencias de libertades políticas. Desde
principios de marzo, en Budapest y Praga se exigió la autonomía y el final del
feudalismo, y en Viena, se pidió la renuncia de Metternich y la reunión de una
Asamblea Constituyente. El emperador, Fernando
I accedió a todas estas peticiones con tal de mantener la integridad
territorial de su imperio. Posteriormente, con el apoyo del ejército y
aprovechando las diferencias entre grupos nacionalistas, aplacó cualquier
intento de autonomía e independencia.
■ Confederación alemana. Los sucesos de París agitaron a los sectores campesinos y obreros de los Estados de Baden, Hannover y Sajonia, que buscaban el fi n del feudalismo y el establecimiento del sufragio universal. En marzo, la represión violenta de una manifestación en Berlín, obligó al rey de Prusia Federico Guillermo IV a conceder la elaboración de una nueva Constitución, la libertad de prensa y reunión. En mayo de 1848, delegados de todos los estados alemanes, se reunieron en Frankfurt y elaboraron una constitución que defendía la unidad alemana bajo una monarquía constitucional, que fue ofrecida al rey de Prusia. Sin embargo, este no aceptó y disolvió la asamblea.
■ Italia. En la península itálica,
la Revolución reunió las pretensiones liberales y un fuerte nacionalismo.
Aprovechando los sucesos de Viena, en marzo de 1848 se realizó un levantamiento nacional en Milán y Venecia contra los austriacos. Sin embargo, este
movimiento fue derrotado por las tropas del emperador Federico I.
Balance de las revoluciones
Las revoluciones liberales
abrieron una nueva etapa de cambios políticos: En primer lugar, la organización
territorial cambió, pues se iniciaron los procesos de unificación nacional en
Italia y Alemania. En segundo lugar, se presentó un lento proceso de avance de
la democracia política, en la que confluyeron dos fuerzas: el derecho al voto y
el inicio de una organización política propia de la clase obrera.
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